El embarazo es un periodo de tiempo que empieza con la implantación del óvulo fecundado en el útero u acaban en el momento del parto. Es un estado fisiológico que tiene una duración, aproximadamente, de 40 semanas.
Este proceso de 9 meses provoca un conjunto de cambios en el organismo, tanto a nivel fisiológico como morfológico. Respecto los cambios morfológicos, hay que destacar los anatómicos y musculoesqueléticos. Por un lado, el útero crece a medida que pasan las semanas y puede aumentar su tamaño hasta 24 veces y, su capacidad hasta unas 500. Esto implica un desplazamiento del centro de gravedad, por lo que se producen una serie de modificaciones que facilitaran la aparición de una hiperlordosis, provocando molestias en la zona lumbar, en algunos casos.
Actualmente, está más que demostrado que el ejercicio físico durante el embarazo ofrece un conjunto de beneficios para la salud y el bienestar de la madre y el bebé, sin ponerlos en peligro, que hace que la práctica de forma regular sea totalmente indicada y segura.
Estos beneficios se producen a nivel físico, psíquico y fisiológico, impidiendo la aparición de ciertas enfermedades o bien, controlándolas. De esta manera, el ejercicio físico tiene un impacto de manera global sobre el cuerpo de la mujer embarazada, permitiéndole tener una mejor salud y fortaleza.
Algunos de estos beneficios son los siguientes:
- Aumenta la masa muscular, ya que el entrenamiento, específicamente el de fuerza, ayuda a controlar el peso y, a la vez, mantener el músculo e incluso aumentarlo.
- Aumenta la posibilidad de tener un parto vaginal, ya que el cuerpo está mejor preparado para soportarlo y, sobretodo, se tiene control sobre él.
- Disminuye el riesgo de tener sobrepeso. A lo largo del embarazo, el aumento de peso está constantemente presente y puede afectar directamente a la salud de la madre y del bebé. Por lo tanto, el ejercicio nos permitirá tener un control sobre este aumento.
- Disminuye el riesgo de padecer depresión, ya que durante la realización de ejercicio físico se segregan una serie de hormonas que hacen que nos sintamos mejor.
- Disminuye el riesgo de padecer preeclampsia, que es la hipertensión inducida por el embarazo, evitando así futuras complicaciones y riesgos respecto la tensión arterial.
- Disminuye el riesgo de padecer diabetes gestacional, ya que el ejercicio físico ayuda a mantener los niveles bajos de glucosa, por lo que su desarrollo estaría controlado.
- Disminuye el riesgo de tener un parto por cesárea. Con el ejercicio físico podremos trabajar el suelo pélvico y el abdominal (core), así podremos controlar factores que nos permitirán evitar un parto por cesárea.
- Prevenir dolores de espalda, sobretodo de la zona lumbar. Teniendo en cuenta el cambio morfológico que se produce, es posible que la aparición de molestias en las lumbares sea muy frecuente. Para ello, la realización de ejercicio físico, concretamente, ejercicios enfocados a trabajar el core y la higiene postural, permitirá fortalecer todo el núcleo centrar y poder disminuir o incluso evitar por completo dichas molestias.
- Prevenir la diástasis abdominal e incontinencia urinaria. Un buen trabajo de tonificación de la zona lumbo-pélvica, nos permitirá evitar una posible separación de los rectos después de dar a luz y, además, el suelo pélvico estará fuerte para así evitar pérdidas de orina.
- Ganar salud para ti y para el bebé. Porque es lo que toda mujer, toda futura madre desea para ella y su bebé.
